Lo que debía ser un ritual de luz y memoria en el Festival de las Velas terminó en un baño de sombras: el alcalde Carlos Manzo Rodríguez fue abatido a tiros frente a cientos de asistentes. El escenario cultural se transformó en cadalso político.

El crimen como mensaje
- Magnicidio local: no es un ataque aislado, es un recordatorio de quién manda en Michoacán.
- La plaza pública como teatro: la violencia ya no se esconde en la periferia, se exhibe en el corazón de la ciudad.
- El Estado reducido a espectador: cada operativo posterior es un ritual vacío; la impunidad sigue siendo la regla.
Uruapan, laboratorio del colapso
Segunda ciudad más importante del estado, Uruapan es epicentro de extorsión, ecocidio y disputa territorial. El asesinato del alcalde en un festival masivo confirma que la frontera entre lo público y lo criminal se ha borrado.
La ironía macabra
Un festival de velas convertido en festival de balas. La metáfora es brutal: en Michoacán, la política se juega a plomo y la ciudadanía queda atrapada entre la fiesta y la fosa.
Conclusión
El asesinato de Carlos Manzo no es solo una tragedia local: es un síntoma del colapso institucional en México. La violencia ya no se esconde en la periferia: se exhibe en plazas iluminadas, frente a cámaras y multitudes. El mensaje es claro: en Michoacán, la política se juega a balazos y la ciudadanía queda atrapada entre la fiesta y la fosa.






