El asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo Rodríguez, en pleno Festival de las Velas, no es un hecho aislado: es la radiografía de un país donde la violencia gobierna y el Estado se esconde. Si un presidente municipal, rodeado de escoltas y en un evento masivo, puede ser abatido a balazos, ¿qué esperanza queda para la gente común?
México bajo plomo
Magnicidios locales: alcaldes, regidores, candidatos y líderes comunitarios caen uno tras otro.
El crimen como poder real: en regiones enteras, los cárteles dictan la vida cotidiana, deciden quién vive y quién muere.
La política secuestrada: gobernar en México ya no es administrar recursos, es sobrevivir a la amenaza permanente.
La promesa rota
Morena llegó al poder con la bandera de la paz. Hoy, la realidad es otra:
Más de un centenar de alcaldes y exalcaldes asesinados en los últimos años.
Comunidades enteras desplazadas por la violencia.
Festivales culturales convertidos en escenarios de ejecución.
La muerte de Manzo no solo silencia a un político: es un mensaje a todo México. Nadie está a salvo. Ni los que gobiernan, ni los que obedecen. La fiesta se convirtió en funeral, la plaza en fosa, y el país entero en un territorio donde la vida pública se juega a balazos.
🎯 Cierre editorial
México vive un sexenio del miedo. La inseguridad no es un problema más: es el sistema que gobierna. El Estado promete justicia, pero la impunidad responde. Y mientras tanto, Morena está matando a México a plomo y silencio.
