Mientras el Himno Nacional retumbaba en el recinto legislativo, dos figuras del espectáculo político mexicano —Alejandro “Alito” Moreno y Gerardo Fernández Noroña— se trenzaban a golpes en plena sesión de la Comisión Permanente. No fue una metáfora. Fue literal. Empujones, jaloneos, insultos. Todo transmitido en vivo por el Canal del Congreso.
La escena es grotesca, pero reveladora. No estamos ante un desliz emocional, sino frente a la teatralización total del poder. El Senado como escenario de simulacro, donde el patriotismo se convierte en cortina de humo y la violencia en performance institucional.

🎭 ¿Qué se pelea realmente?
No se trata de ideologías. Se trata de cuotas, micrófonos, narrativas. Alito, frustrado por no recibir el uso de la palabra, interrumpe el Himno para reclamar. Noroña responde con desdén. Lo que sigue es una coreografía de descomposición: dos marionetas enfrentadas, jaladas por hilos invisibles que no están en la tribuna, sino en las oficinas de estrategia electoral.
Este episodio no es aislado. Es síntoma. El Congreso ya no legisla: escenifica. La política ya no debate: viraliza. Y el Himno, símbolo de unidad, se convierte en glitch patriótico, distorsionado por la urgencia de likes y trending topics.
🧠 ¿Qué revela esta escena?
- La institucionalidad como decorado: El respeto al Himno se rompe sin pudor. No hay solemnidad, solo espectáculo.
- La violencia como lenguaje político: El golpe sustituye al argumento. El cuerpo al discurso.
- La transmisión como legitimación: Lo que no se graba, no existe. Lo que se viraliza, se valida.
📸 Propuesta visual para redes
- Imagen glitch del Senado convertido en ring, con cuerdas pixeladas y tribunas como gradas.
- Marionetas enfrentadas con rostros difusos, jaladas por hilos que salen de pantallas.
- Overlay del Himno distorsionado, con líneas corruptas y frases tachadas.