El gobierno del Reino Unido ha decidido colocar a 4chan, una de las últimas trincheras del anonimato en internet, en la mira de su flamante Online Safety Act (OSA). Con el pretexto de que ciudadanos británicos participan en la plataforma, Londres busca imponer sanciones a un espacio que simboliza lo ingobernable de la red.
4chan es incómodo para cualquier Estado: ofrece anonimato absoluto a sus usuarios y, con ello, una libertad que no se ajusta a los márgenes de lo permitido. Para muchos, ese anonimato fue la posibilidad de encontrar una voz; para los gobiernos, es una amenaza que debe ser contenida. El choque con el OSA era inevitable: un refugio sin nombres ni registros frente a una ley que exige identificación digital y control total.

El golpe de sombra
Lo curioso es que todos saben que esta jugada está destinada al fracaso. El Reino Unido no tiene jurisdicción sobre 4chan, alojado principalmente en Estados Unidos. No puede multarlo ni forzarlo legalmente a obedecer. ¿Por qué, entonces, armar el pleito?
La respuesta está en la estrategia. Como en el boxeo o en las artes marciales mixtas, el primer golpe no busca el nocaut, busca abrir la guardia. Este intento de sancionar a 4chan no pretende una victoria legal, sino un golpe de sombra: una distracción que prepara el terreno para el impacto real.
Del fracaso al argumento global
El fracaso anunciado tiene un propósito: mostrar que las leyes nacionales no sirven contra plataformas extranjeras. A partir de esa “impotencia” se construye la narrativa de que es urgente una legislación transnacional.
“Si un país no puede controlar a internet, debemos hacerlo todos juntos.”
De esa forma, el caso 4chan se convierte en plataforma para exigir un tratado digital global. El Online Safety Act no es el fin, sino el pretexto para avanzar hacia un marco internacional de control y censura.
El monstruo nace mal parido: presentado como “protección infantil”, pero engendrado por la necesidad de vigilancia absoluta. Un padre-gobierno autoritario se disfraza de cuidador, cuando en realidad solo busca razones para sacar el cinturón y castigar al niño desobediente.

Un futuro sin anonimato
El rumbo es claro:
- El anonimato online desaparecerá.
- Soñar con cargos políticos será inútil: el poder será heredado por dinastías que controlan milicia y capital.
- El ciudadano que piense distinto será castigado con la pérdida de su Renta Básica Universal o del acceso a servicios básicos.
- Casas, autos, empresas: todo dependerá de tu obediencia digital.
Lo que hoy parece un conflicto jurídico aislado es, en realidad, el ensayo de un imperio digital de familias poderosas, un nuevo feudalismo tecnológico donde las mayorías solo cuentan como estadísticas y clics.
El espectáculo del control
Todo esto se presenta como espectáculo. Un teatro cuidadosamente guionado que entretiene, indigna y distrae, mientras en el trasfondo se redacta la arquitectura de la censura global. El ciudadano cree que se debate sobre seguridad y libertad, cuando en realidad se está construyendo el súper padrón digital que no dejará escapar a nadie.

El principio del fin
4chan no es el enemigo real, es el pretexto simbólico. Su persecución marca el inicio visible de un proceso que busca uniformar internet bajo reglas globales.
Si no entendemos la trampa y no nos unimos de verdad, este avance seguirá sin freno hasta materializarse en un mundo donde la libertad digital será apenas un recuerdo.