El horror detrás de la fachada
En pleno corazón de la Ciudad de México, un operativo de la Fiscalía capitalina y el DIF rescató a 80 niñas, niños y adolescentes de la llamada Casa de las Mercedes, un albergue que debía protegerlos y terminó siendo su infierno. La denuncia no vino de las instituciones, sino de una adolescente de 17 años que, con una carta escrita a escondidas, reveló lo que ocurría: abusos sexuales, maltratos físicos y explotación laboral.

El operativo que destapó la cloaca
El 30 de octubre, tras la denuncia, autoridades ingresaron al inmueble en la colonia San Rafael. Lo que encontraron fue un escenario de horror: menores sometidos, controlados y usados como mano de obra. El lugar fue clausurado y los niños trasladados a otros espacios. Se giró orden de aprehensión contra Aquiles “N”, acusado de agresión sexual, y se investiga a la directora del albergue, Ángela “N”.
El discurso oficial vs. la realidad
La jefa de Gobierno, Clara Brugada, declaró que “quien se atreva a tocar a una niña o un niño enfrentará todo el peso de la ley”. Pero la pregunta es inevitable: ¿cómo pudo operar durante años un centro de horror en plena capital, sin que nadie en el gobierno lo supiera? La respuesta es brutal: porque lo sabían. Porque lo permitieron. Porque el Estado no protege, administra el dolor y negocia con la impunidad.
Un sistema que convierte la infancia en mercancía
Este caso no es un hecho aislado. Es el retrato de un sistema podrido donde la “protección” se convierte en negocio, y la infancia en mercancía. Los albergues, las instituciones, los discursos de “bienestar” son la máscara de un Estado que se presenta como guardián, pero que en la práctica es cómplice del crimen organizado y de redes de explotación.
Morena y la transformación de papel
Mientras el gobierno presume “transformación”, la realidad es otra:
- Inseguridad desbordada.
- Inflación y deuda que asfixian.
- Reformas que no reforman nada.
- Y ahora, un caso que desnuda la podredumbre institucional: 80 menores rescatados de un infierno que operaba a plena luz del día.
La 4T se vende como protectora del pueblo, pero en los hechos está del lado de los criminales, nunca de las víctimas.

Cierre: la pregunta que arde
La Casa de las Mercedes cayó, pero no sola: cayó con el silencio cómplice de quienes debían vigilarla. La pregunta no es quién abusó, sino quién dejó que ocurriera. Y la respuesta apunta directo al poder.






