🚨 Introducción: El tráfico como teatro de poder
Una familia circula por las calles de la CDMX. Un menor en el asiento trasero. Semáforos, cláxones, caos cotidiano. De pronto, una camioneta blindada se les cierra violentamente. Escoltas armados descienden, no para proteger, sino para agredir. ¿Quién les dio permiso de convertir la vía pública en zona de guerra?
Este no es un caso aislado. Es el síntoma de una enfermedad sistémica: el blindaje del privilegio.
🧠 Escoltas: ¿Seguridad o simulacro de poder?
En México, el uso de escoltas privados se ha convertido en símbolo de estatus. No se trata solo de proteger a funcionarios o empresarios, sino de escenificar poder. Las camionetas blindadas no solo transportan cuerpos: transportan impunidad.
- Muchos operan sin registro oficial.
- Portan armas sin supervisión civil.
- Actúan como si la calle les perteneciera.
La figura del escolta ha mutado: de protector a agresor, de sombra a amenaza.
📸 Viralización como resistencia
El video difundido en redes muestra lo que miles viven en silencio: intimidación, prepotencia, abuso. La denuncia ciudadana se convierte en acto político. Pero ¿basta con compartir?
“La calle es el escenario. El arma, el guion. Y el ciudadano, siempre el extra.”
La viralización es solo el primer paso. Lo que sigue es exigir regulación, visibilizar patrones, y desmontar el simulacro.
🔍 ¿Quién regula a los escoltas?
La Ley de Seguridad Privada establece requisitos para empresas de escoltas, pero en la práctica:
- Hay escoltas que operan sin licencia.
- No existe un padrón público accesible.
- Las sanciones son mínimas o inexistentes.
La ausencia de regulación convierte a estos actores en fuerzas paraestatales. ¿Quién vigila al vigilante?
🧩 Simios con placas: Alegoría del poder
Visualmente, estos escoltas son marionetas blindadas. No piensan, no dialogan, solo ejecutan. Son extensiones del poder que los contrata, pero también del sistema que los permite.
Propuesta visual para redes: Una familia pixelada, fragmentada por glitch, frente a una camioneta con cables conectados a una figura invisible. El menor aparece como silueta rota. El fondo: una ciudad distorsionada por el ruido del poder.
✊ Conclusión: De la denuncia a la desobediencia
No basta con indignarse. Hay que documentar, editorializar, viralizar con estrategia. Cada caso como este debe convertirse en símbolo, en pregunta, en provocación.
¿Quién nos cuida de los que dicen cuidarnos?