Una salida alterna que antes representaba alivio frente al tráfico asfixiante de la autopista Peñón-Texcoco se ha convertido en un escenario de extorsión cotidiana. A la altura de Nezahualcóyotl, un grupo de jóvenes ha tomado el control de este acceso, instalando una “caseta” informal donde el peaje no es legal, pero sí obligatorio: dinero o agresión.

🧱 Bloqueo simbólico: piedras, cuerpos, coerción
Según denuncias ciudadanas, los jóvenes se colocan en la entrada de la vía y exigen pagos para permitir el paso. Si el conductor se niega, se interponen físicamente frente al vehículo o colocan piedras para bloquear el camino. La escena recuerda más a un checkpoint de zona de guerra que a una autopista mexicana.
“Es inadmisible que tengamos que darles dinero para circular o arriesgarnos a que nos agredan. Yo lo viví en carne propia; por suerte, la policía llegó a tiempo y se dispersaron”, relató un automovilista afectado.
📊 Extorsión normalizada: el Edomex como epicentro
El Estado de México concentra más del 15% de las carpetas de investigación por extorsión a nivel nacional. Nezahualcóyotl, en particular, ha sido señalado por vecinos como un foco de extorsión no solo contra comercios, sino también contra automovilistas. Esta “caseta” ilegal no es un caso aislado: es síntoma de una economía informal de coerción que se expande donde el Estado se ausenta.
🧠 ¿Caseta o simulacro de poder?
Lo que ocurre en la Peñón-Texcoco no es solo un delito: es una alegoría. Jóvenes sin empleo ni alternativas replican el modelo de control territorial que han aprendido de instituciones fallidas. Cobran por el paso como lo haría cualquier autoridad, pero sin legitimidad. El peaje se convierte en símbolo de un país donde circular libremente ya no es un derecho, sino una transacción.
📣 Llamado urgente a @GobNeza y @seguridadneza
La ciudadanía exige intervención inmediata. No basta con dispersar a los jóvenes ocasionalmente. Se requiere vigilancia constante, investigación profunda y sobre todo, políticas que atiendan el origen del problema: desempleo, abandono institucional y normalización de la violencia como herramienta de subsistencia.