El pasado 23 de agosto, Moisés Muñiz, joven emprendedor de Ensenada, anunció entre lágrimas el cierre definitivo de su restaurante Mariscos El Compa Moy. No quebró por falta de clientes ni por mala administración, sino por algo mucho más brutal: las extorsiones y amenazas del crimen organizado.
En un video difundido en redes, Muñiz dijo que ya no podía garantizar la seguridad de su familia, empleados ni clientes. El riesgo de seguir vendiendo mariscos en su propio municipio se volvió inasumible.
Lo que a primera vista parece un caso aislado es, en realidad, el reflejo de un patrón que asfixia a miles de negocios en todo el país.

El monstruo del cobro de piso
El llamado cobro de piso se ha convertido en una de las formas más extendidas de extorsión en México. Desde pescaderías y tortillerías, hasta bares, restaurantes y transportistas, nadie está a salvo.
La lógica es simple: pagas o cierras. Si te resistes, arriesgas tu vida. Según cifras de cámaras empresariales, miles de negocios en estados como Michoacán, Guerrero, Baja California y hasta la CDMX enfrentan este mismo problema.
Lo más grave: es un secreto a voces. Todos lo saben, pocos lo denuncian, y el Estado lo permite.
Morena y el PRIAN: el juego de las culpas
Tras el anuncio del cierre de El Compa Moy, no tardaron en aparecer las reacciones políticas. En un video que circuló en YouTube, simpatizantes de Morena defendían al partido frente a críticas, mientras opositores aprovechaban el caso para atacar al gobierno.
El espectáculo es siempre el mismo:
- Morena acusa al PRIAN de haber sembrado la violencia en el pasado.
- El PRIAN señala a Morena por haber sido incapaz de resolver la crisis.
La realidad es que ninguno asume la responsabilidad. México arde, y mientras tanto, la clase política se reparte culpas para salvar su imagen.
Sin plan, sin estrategia, sin futuro
No existe en México un plan serio contra la extorsión. Lo que sí existe es una política implícita: dejar que la violencia avance hasta borrar a los pequeños negocios.
Cada taquería cerrada, cada pescadería arruinada, cada restaurante obligado a bajar cortinas no es un accidente: es parte de una dinámica que abre terreno para otros actores más poderosos.
Los verdaderos beneficiados: las corporaciones
Mientras los micro y pequeños negocios se hunden, las grandes corporaciones son inmunes al cobro de piso.
- Nunca vemos un Oxxo incendiado.
- Nunca escuchamos que Walmart o Bimbo paguen cuotas.
- Cuando se sienten amenazados, cuentan con seguridad privada e incluso seguridad estatal.
El resultado:
- Las calles se vacían de pequeños comerciantes.
- Los predios pasan a corporativos nacionales y extranjeros.
- El mercado se concentra en manos de gigantes blindados por su poder económico y político.
Un país donde solo pierde el ciudadano
En México, la extorsión se ha convertido en una política económica no escrita.
- El crimen organizado funciona como brazo de limpieza territorial.
- El Estado y los partidos políticos son cómplices por omisión o por corrupción.
- El capital corporativo se beneficia del terreno despejado.
Y en medio, solo pierde el ciudadano común, el que arriesga su vida por vender mariscos, tortillas o ropa en el Centro Histórico.
El caso de El Compa Moy es un símbolo: no solo se cierran cortinas de acero, se cierran también sueños, proyectos de vida y la posibilidad de un México donde emprender no sea una condena de muerte.