1. La denuncia ciudadana
Cada vez son más los reportes en redes sociales que muestran cómo patrullas y elementos policiales obstruyen deliberadamente carriles de importantes avenidas de la Ciudad de México.
Los videos coinciden: durante horas pico, las patrullas se estacionan de forma estratégica para crear cuellos de botella o incluso cerrar vialidades completas sin motivo aparente.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) sostiene que se trata de “medidas preventivas” para reducir accidentes. Pero los automovilistas no lo creen y empiezan a cuestionar:
¿Se trata realmente de seguridad, o de un caos provocado a propósito?
2. El papel de las redes sociales
Antes, estas situaciones se percibían como hechos aislados, casi anécdotas de un mal día. Pero gracias a las redes sociales, los ciudadanos descubren que no están solos:
- Un reporte conecta con otro.
- Se confirma que el patrón se repite en diferentes avenidas.
- Nacen teorías y sospechas colectivas.
El caos ya no es casualidad. Es un síntoma que se multiplica.
3. La relación perversa entre gobierno y ciudadanía
En teoría, la policía protege y el gobierno mantiene el orden.
En la práctica mexicana, la percepción es otra:
- La autoridad es vista como el cártel más grande.
- Controla territorios, sabe dónde están los delincuentes, pero rara vez actúa.
- La corrupción está tan enquistada que incluso la ley se vuelve un obstáculo.
El resultado: impunidad, burocracia y desconfianza absoluta.

4. El efecto psicológico en la población
Algo tan “pequeño” como una patrulla bloqueando un carril tiene un efecto desproporcionado:
- Frustración inmediata: horas perdidas en el tráfico.
- Desgaste emocional: cansancio, irritación permanente.
- Psicosis urbana: la sensación de que alguien manipula deliberadamente el caos.
- Tristeza e impotencia: la idea de que no hay salida.
Así se construye un ciudadano vulnerable, desgastado y sin tiempo para cuestionar al sistema.
5. La guerra híbrida invisible
La obstrucción vial no sólo genera tráfico. Funciona como un mecanismo de control social:
- Destruye la confianza en la autoridad.
- Siembra odio y rivalidad entre ciudadano y policía.
- Normaliza el caos como parte de la vida diaria.
La guerra híbrida no siempre se libra con armas: también con estrategias psicológicas y urbanas que mantienen a la población en un estado de frustración crónica.
6. Conclusión
Las patrullas que bloquean avenidas no son simples obstáculos. Se convierten en símbolos de un sistema corrupto que enloquece a la población, la desgasta y la mantiene bajo control.
En México, el tráfico ya no es sólo cuestión de movilidad: es un reflejo de la guerra silenciosa entre el Estado y el ciudadano.