VIDEO | Maestra secuestrada en Veracruz aparece con grupo armado: el rostro de un México descompuesto

México se cae a pedazos. Lo que alguna vez fue un país soberano ahora es tierra de nadie, donde los grupos armados desfilan impunemente, las instituciones colapsan, y los gobiernos —lejos de proteger a su gente— administran la miseria, el terror y la traición como si fueran parte de su mandato.

El reciente caso de Irma Galindo Pérez, una maestra desaparecida en Veracruz, ha dado un giro escalofriante: reapareció, pero no en libertad, ni bajo resguardo del Estado… sino escoltada por un grupo armado, uniformada y aparentemente incorporada a una célula criminal. El video difundido por medios nacionales, entre ellos el noticiero de Nacho Lozano, es tan perturbador como revelador: una civil, desaparecida días antes, aparece ahora con fusil en mano, flanqueada por hombres encapuchados. ¿Qué ocurrió entre su desaparición y esa grabación?

De víctima a ficha del narco: ¿decisión o coacción?

La narrativa oficial no explica, ni puede explicar, la profundidad del fenómeno. ¿Fue secuestrada y forzada a unirse? ¿Se trata de un montaje o una deserción inducida? Lo cierto es que este caso es síntoma de algo mucho más grave: la total penetración del crimen organizado en zonas civiles, educativas y comunitarias, un fenómeno que no es nuevo, pero que ahora se expone de forma brutal.

Mientras el gobierno federal, encabezado por una presidenta sin rumbo, repite el libreto de la “gobernabilidad” y presume avances ficticios, la realidad nacional se pudre desde dentro. La militarización del país —una herencia directa de los sexenios anteriores— no solo ha sido inútil: ha servido como pantalla para el espionaje político, el control de opositores, y la represión selectiva. Programas como Pegasus, que deberían usarse para combatir redes criminales, son utilizados para espiar a activistas, periodistas y ciudadanos incómodos.

Veracruz: zona de silencio, impunidad y terror

El estado de Veracruz, clave en el corredor del narcotráfico, es también una de las entidades con más fosas clandestinas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales. Lo que ocurre ahí no es una excepción, sino un espejo de lo que se repite en Guerrero, Michoacán, Zacatecas o Tamaulipas. Grupos armados reclutan a jóvenes, a campesinos, a maestros, a quien sea, con amenazas, chantaje o falsas promesas. Mientras tanto, la policía local colapsa o colabora.

¿Dónde está el Estado? O mejor dicho: ¿para quién trabaja el Estado? Porque con miles de millones invertidos en tecnologías de inteligencia, vigilancia satelital, compra de armas, y blindajes presupuestales a las Fuerzas Armadas, uno pensaría que al menos podrían impedir que una maestra fuera reclutada por un cártel ante los ojos del país. Pero no. La prioridad no es la seguridad pública, sino garantizar la estabilidad de las inversiones privadas, cumplir las cuotas impuestas por tratados internacionales, y mantener al país dócil para los intereses del capital extranjero.

México: en ruinas, pero con gobierno “progresista”

Lo de menos ya es quién gobierna. La presidenta actual hereda una estructura podrida de su antecesor, otro inepto que jugó a ser patriota mientras entregaba el país pieza por pieza. Morena ha demostrado que su lema de “no mentir, no robar, no traicionar” era solo un eslogan para el anzuelo electoral. En los hechos, ha perfeccionado las prácticas más ruines del PRI y el PAN, al grado de institucionalizar el crimen y normalizar el terror.

La violencia, la pobreza, el desempleo, la sobreexplotación de recursos y la corrupción estructural no son “problemas a resolver”, sino condiciones necesarias para sostener el modelo económico que se impone desde arriba. El narco ya no es un actor ajeno al Estado: es una de sus extensiones más eficientes.


Conclusión: ¿Y la patria?

Cada historia como la de Irma Galindo es una herida más al cuerpo de una nación desangrada. México ya no está en riesgo de colapso: México ya colapsó. Solo falta que sus ciudadanos lo asuman, que despierten del hechizo de los partidos, y que comprendan que esto no es casualidad, sino un proyecto de destrucción calculada.

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